Mi viaje comenzó en septiembre del año 2009. Casi sin tener la más mínima convicción, me habían concedido una beca que solicité meses atrás y que me otorgaba la posibilidad de estudiar durante un año en un país de la Unión Europea, concretamente en República Checa, a través de un programa llamado Erasmus. Al principio, no estaba realmente convencida de esta decisión, ya que iba a dejar a un lado mi vida en España durante un año y a empezar otra vida, completamente diferente en otro país. Pero interiormente yo sabía que esta decisión iba a merecer la pena y que al mismo tiempo, iba a suponer cambios positivos en mi vida y en mi carrera.
La inseguridad y el miedo ante lo desconocido estaban constantemente presentes en mi cabeza. Pero al mismo tiempo, me plantee esta oportunidad como algo único e hizo que me tomase esta experiencia como un reto personal. Dicho esto, llegó la hora de coger mis maletas junto con mis ilusiones y ambiciones y de volar desde España destino: Olomouc (República Checa).
Las primeras semanas, sin lugar a duda, fueron las más duras. El momento en el que aterricé en el aeropuerto de Praga y me di cuenta de que estaba completamente sola y perdida, no es uno de los más bonitos que guardo en mi memoria. El próximo paso era coger un tren y dirigirme a Olomouc, lugar donde iba a vivir todo un año. En ese momento, mis interrogantes eran: “¿dónde está la estación de tren?”, “¿cómo y dónde debo comprar los billetes para el tren?”, etc. No fue tarea fácil, pero gracias al dominio del inglés y al manejo del “lenguaje de las manos” supe llegar a mi destino.
El idioma fue uno de los mayores problemas que tuve cuando llegué. Como ya bien sabéis, el inglés es el idioma universal por excelencia, pero la mayoría de las personas en la República Checa hablaban solamente checo, idioma totalmente desconocido para mí hasta hace menos de un año. No obstante, gracias a los buenos libros de gramática y vocabulario (español-checo, checo-español) y a la paciencia de mucha gente logré entenderme con la población checa.
La vida de un estudiante erasmus es bastante diferente de la vida que puede llevar un estudiante normal en su país de origen. Sin saber cómo, pude alternar bastante bien mis estudios en la universidad con diversión y viajes alrededor de Europa. La experiencia erasmus no solo esta centrada en estudiar y aprobar los exámenes, sino que nos da la oportunidad de entrar en contacto con una vida totalmente paralela a la que normalmente vivimos cada uno de los estudiantes, enfocada principalmente en el hecho de conocer a gente de otros países y de compartir experiencias, tanto positivas como negativas. Todo esto me hizo evolucionar tanto a nivel personal como profesional ya que tuve el privilegio de ver la realidad desde otro punto de vista y de apreciar todo lo que no valoraba antes de empezar esta aventura.
Además, este viaje no solo me otorgó la oportunidad de entrar en contacto con otros idiomas sino que hizo que aprendiese a manejarme por mi misma ante situaciones límites y que supiera a abrir la mente sabiendo que hay muchas más cosas que merecen la pena y que están a nuestro alcance, y que quizás por la distancia o por miedo no nos atrevemos a conocer.
Como ya he mencionado antes, Olomouc iba a ser mi casa y hogar durante un año. Mucha gente, quizás, nunca habrá oído hablar sobre esta ciudad. Cada vez que hablamos sobre la República Checa, siempre se nos viene a la cabeza Praga que, desde mi punto de vista, es una de las capitales más espectaculares de Europa. Olomouc esta situada al este de la República Checa, y al igual que muchas ciudades y países del este de Europa fue ocupada por los alemanes entre los años 1939 y 1945. Es una ciudad profundamente marcada por la historia, además de ser una de las más importantes de la región de Moravia. Hoy en día, Olomouc se está levantando tanto económicamente como socialmente y me atrevería a decir que tiene uno de los centros históricos más bellos de toda la República Checa.
Uno de los monumentos que más llama la atención a turistas es la espectacular columna de Olomouc de la Santísima Trinidad, que forma parte del Patrimonio Cultural de la Humanidad. Otros de los monumentos dignos de visitar son la catedral de San Wenceslao y el Reloj Astronómico de Olomouc, cuyo aspecto destaca por una gran influencia comunista perteneciente a los años 50, además de las numerosas fuentes que se encuentran en el centro de la ciudad.
El nivel de vida de la República Checa es mucho más inferior que el de España. Por ello, tuve que asimilar las ventajas de vivir allí desde el primer momento. Pude apreciar lo barato que era el transporte público, comida, material para la universidad, etc. Gracias a esto, muchos estudiantes nos pudimos dar varios caprichos, como por ejemplo visitar los alrededores de la República Checa, ciudades como Praga, Brno, Ostrava y la bellísima ciudad balneario Karlovy Vary. Para poder hacer todos estos viajes, no podíamos permitirnos el lujo de alojarnos en hoteles buenos y de viajar en trenes de última generación, pero esto hizo que nuestros viajes fueran aún más emocionantes.
Seguramente que más de uno os estéis preguntando sobre la temperatura. Antes de describiros el invierno tan duro que pasé, me gustaría destacar que cuando llegué a Olomouc por primera vez en septiembre el tiempo era bastante bueno. Al principio, me esperaba paisajes nevados y personas totalmente abrigadas. Pero no fue eso lo que me encontré. Tuvimos días de 20º y 25º, todo era más o menos perfecto, hasta que llegó noviembre y nos trajo fuertes heladas y nevadas con temperaturas rozando -20º. Nunca en mi vida había pasado tanto frío. Fue un invierno bastante largo y duro, pero terminó con la llegada de la primavera.
En cuanto a mi vida diaria allí, estuve viviendo en una residencia destinada solamente a estudiantes de otros países del mundo. Esa residencia llegó a ser mi hogar, y allí conocí a las personas que iban a ser mi apoyo y mi segunda familia durante un año. La mayoría de las noches salíamos todos juntos y normalmente nos íbamos a una de esas cervecerías típicas de la República Checa que están situadas por toda la ciudad. Tanto la cerveza como el becherovka (licor bastante fuerte) son las bebidas típicas de este país. En cuanto a la gastronomía, pude apreciar que es muy diferente a la que los españoles estamos acostumbrados a degustar, pero la mayoría de los platos estaban deliciosos. La carne de cerdo y los postres típicos son la especialidad de este país.
Como ya he dicho antes, República Checa es un país bastante barato y gracias a ello, no solo viajamos alrededor del país sino que recorrimos casi toda Europa. No voy a extenderme en describir cada uno de los países que he visitado, pero solo voy a decir que he visto maravillas de cada ciudad. Polonia, Austria, Alemania, Holanda, Eslovenia, Italia, Eslovaquia, Bulgaria e incluso Turquía son algunos de los países, muy diferentes entre ellos pero especiales a la vez.
Considero que somos muy afortunados de pertenecer a Europa. No solamente por la extraordinaria comunicación que hay entre los países, sino también por la diversidad de culturas que puedes encontrar en tan solo dos horas de avión.
Desde esta revista, me gustaría animar a todos mis vecinos de Los Yébenes que estéis pensando en realizar una experiencia como esta, y que luego contéis vuestras vivencias y sensaciones. No podemos quedarnos con el mero recuerdo de lo vivido, tenemos que contarlo y que la gente sepa de nuestras experiencias, para que ellos puedan, alguna vez, vivirlas y confirmar todo lo que he dicho en este artículo. Yo ya tuve mi oportunidad y es una de las cosas de las que más me alegro de haber realizado en mi vida, y todo esto se lo debo en gran parte al apoyo de toda mi familia, mi novio y mis amigos, los cuales pudieron también disfrutar de los maravillosos paisajes nevados de la República Checa cuando fueron a visitarme. Tanto mi gente como mi pueblo estuvieron constantemente en mi cabeza, en cada viaje y en cada aventura que he vivido. Por ello, me gustaría que todos vosotros disfrutéis de este artículo tanto como yo he disfrutado escribiéndolo.
Por mucho que pueda deciros, no podría realmente describir todas las sensaciones y sentimientos que experimenté a lo largo de un año. Viví experiencias de todo tipo, unas más positivas que otras, pero sin lugar a duda todas ellas me enseñaron a valorar más las cosas y me hicieron evolucionar como persona.
Blanca Castellanos Jiménez