martes, 17 de julio de 2012

ENCUENTRO CON MARÍA AL EMPEZAR EL VERANO



             “Cada hogar un Santuario”.  Este es el lema de la peregrinación que, desde Diciembre del año pasado, se programó en nuestra Parroquia y que ha tenido lugar del 29 de Junio al 1 de Julio.
            La peregrinación ha estado abierta a todo el que quisiera participar, pero especialmente dirigida a las Hijas de María y a las familias.
A las Hijas de María para que, cerca de Ella y bajo su manto maternal pudieran renovar su consagración y ahondar en todas esas virtudes marianas que, desgraciadamente, son tan poco valoradas en la sociedad actual: la pureza, la virginidad, la humildad, la dulzura, la obediencia…
Para las familias también ha tenido una connotación especial: María como madre, como mujer que vivió en su hogar de Nazaret, hogar que debe ser ejemplo para todas las familias para que así, teniéndola como Madre y contando con su intercesión, sean Iglesia Doméstica aquí en la tierra.
Un total de 118 peregrinos hemos podido tener un fuerte encuentro con María y con el mensaje que dejó en Fátima para toda la humanidad: la importancia de la oración y el sacrificio por todos los seres humanos.
La tarde del viernes pudimos celebrar la Eucaristía en la Capelinha, junto al lugar donde se apareció la Virgen, haciendo a sus pies la consagración de las familias y de las hijas de María. Después participamos en el Rosario y Procesión de las Velas, en la que cuatro hombres de nuestra peregrinación pudieron llevar a la Virgen: Diego Nieto, Francisco Romero-Largo, Víctor Guerrero y Aurelio Pérez
El sábado, día dedicado a la Virgen, fue un día muy intenso y centrado de manera especial en los niños. Así, comenzamos celebrando la Santa Misa en el Altar Mayor del Santuario junto a la tumba de los Beatos, esos niños que desde su corta edad supieron captar el mensaje y entregarse a Dios tal y como se lo pidió la Virgen en sus apariciones.
Después pudimos renovar las promesas bautismales junto a la pila bautismal de la Parroquia donde fueron bautizados los tres niños, y visitar en Aljustrel las que fueron sus casas. Allí, en el huerto de la casa de Lucía, rezamos junto al Pozo del Ángel, lugar donde se les apareció el Ángel de la Paz, y allí pudimos conocer a una sobrina de Lucía que, en silencio y transmitiendo una gran paz, rezaba el rosario.

Después visitamos también el lugar de otra de las apariciones del Ángel, lugar en que enseñó a los pastorcillos la importancia de rezar por los demás y de rezar a la Santísima Trinidad en reparación por todas las ofensas que recibe Jesús, con estas dos oraciones:
“Dios mío, yo creo, adoro, espero y os amo. Os  pido perdón por los que no creen, no esperan, no adoran y no os aman”.
“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, os adoro profundamente y os ofrezco el preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Jesucristo, presente en todos los sagrarios de la tierra, en reparación de los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con que Él mismo es ofendido. Y por los méritos de su Santísimo Corazón y del Corazón Inmaculado de maría, os pido la conversión de los pobres pecadores”
La tarde del sábado estuvo marcada por el Vía Crucis, o mejor dicho, los Vía Crucis; y es que los jóvenes hicieron un grupo y las familias otro, para poder así contemplar cada una de las estaciones reflexionando y viendo en ellas las cruces propias que debemos llevar cada uno en nuestra situación: los jóvenes en sus estudios, amistades, dudas, incomprensiones… y las familias en todo lo que se refiere al matrimonio, los hijos, los problemas laborales, económicos, etc. Tanto jóvenes como matrimonios participamos activamente en el Vía Crucis, así por ejemplo, cada matrimonio leyó una estación.
Los niños tuvieron su protagonismo después del Vía Crucis, pues pudieron  profundizar en el mensaje de Fátima a través de juegos, canciones, y dinámicas que seguramente tendrán su fruto.
Como el día anterior, también el sábado asistimos al Rosario y a la procesión de antorchas, donde pudimos conocer a unos peregrinos de un pueblo de Badajoz que se acercaron a nuestro estandarte atraídos por la Imagen de la Virgen de Finibusterre y, muy emocionados, nos explicaron que también es su Patrona.
El domingo fue un día corto pero intenso, rezamos Laudes todos juntos en la capilla del Hotel y nos fuimos a la Basílica, allí rezamos el Rosario y escuchamos la Misa Internacional en la explanada, una Eucaristía realmente emocionante, en la que una joven de nuestro grupo, Soledad Lozano, leyó la segunda lectura de la Celebración Eucarística ante una gran multitud de personas de distintas partes del mundo con las que compartimos la vivencia de nuestra fe y a las que nos unía un mismo sentir, un mismo corazón, un mismo Dios y una misma Madre, de la que nos despedimos para regresar a nuestro pueblo, a nuestras realidades particulares, trayéndola a Ella en nuestro corazón y con el firme propósito de hacer en cada uno de nuestros hogares y familias un Santuario.
Mª Soledad Fernández Villarreal

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