jueves, 4 de septiembre de 2008

A NUESTRA PATRONA

De Galicia nos llegaste,
cual soldado transportarte,
para proteger tu Imagen,
pensó en enterrarte.

Para después de la guerra, recuperarte,
pero tal soldado en batalla murió,
y debajo de la tierra tu Imagen durmió
un pastor a una paloma una piedra lanzó,
y nuestra Patrona en su mano cogió.

Al estar tu Imagen entre límites,
dos pueblos te llevaron
qué sublime gesto hiciste Virgencita de los Cielos,
a nosotros preferiste quedándote en nuestro pueblo.

De ti son nuestros campos,
todas las flores, los árboles, cosechas, ríos y montes
con cariño quieres a los agricultores.
En tiempo de sequía todos te imploren,
por tener mano en el Cielo y hacer que llore.

Tu corona es el sol, rodeado de estrellas,
a tus pies la luna, hermosa y bella.
danos fuerzas y alegrías, ilumina nuestra vida.
del pecado apártanos, de los males líbranos,
y que unidos por las sendas, caminemos junto a Dios.

Virgen de Finibusterre, Patrona y Madre nuestra,
que a Los Yébenes prometes, con tu mirada puesta,
desde el Cielo con tus ojos, a los cuales dos luceros,
proyectando Luz eterna, que nos viene a nuestro pueblo,
Luz que llega a nuestras almas, Luz que cura las heridas,
Luz que limpia corazones y que el amor aviva.

De tus manos poderosas, los yebenosos vamos,
Tú nos marcas el camino y agarrados de tu mano,
no hay mejor camino andado.

Hermosa María, Madre Celestial, del fin de la tierra,
Viniste a buscar a los yebenosos que orgullosos están
de la Virgen más guapa, que no hay otra igual,
que pidiendo por Yébenes en el Cielo está.

El doce de septiembre, tu pueblo junto a Ti camina,
llenos de gozo te ensalzamos en Tu misa y en Tu procesión,
Lanzándote un grito desde el corazón, sincero, emotivo y alegre:
¡Viva la Virgen de Finibusterre!

Jesús Manuel Díaz-Mingo Casas.

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