José María Fernández Pastrana, yebenoso de nacimiento y vocación, aunque afincado en Madrid desde hace décadas, nunca ha perdido sus raíces en nuestro pueblo, donde conserva amorosamente la que fue casa de sus padres y una extensa y querida familia. En el pueblo todavía le conocen muchos, más que por él mismo, como “el hijo de Honorato” , el del bar, que lleva (popularmente) su nombre, aunque nunca se ha denominado así.
Después de cursar los primeros años del bachiller elemental en Los Yébenes, marcha a Toledo con 14 años donde culmina los estudios de bachiller superior y preuniversitario en el Castillo de San Servando. Y de allí a Madrid con18 años, en que se matricula por partida doble en Derecho y en Ciencias Económicas, en la Universidad Complutense. Obtiene la licenciatura en Derecho en 1971, y poco después el Premio Nacional al mejor becario. Ese mismo año ingresa en la cátedra de Derecho Administrativo, dirigida entonces por el eminente profesor Garrido Falla, y de inmediato prepara los estudios de doctorado, que culmina con su tesis, obteniendo el “cum laude” en 1976. Pero la carrera académica es larga, y el sueldo escaso, así que entre tanto hay que preparar oposiciones al Estado y a la Seguridad Social, que efectivamente supera alcanzando la condición de funcionario de carrera (siempre por oposición libre, y con el numero uno de su promoción en algunos casos) en los Cuerpos Superiores de Administración Civil del Estado y de la Seguridad Social, y en el Instituto de Estudios Laborales, de la Sanidad y la Seguridad Social. Al obtener la plaza de Titular en la cátedra de Derecho Administrativo en la Complutense de Madrid, en 1986, queda excedente en los Cuerpos funcionariales aludidos, y se dedica a la Universidad, siendo autor de varios libros y artículos doctrinales. Más tarde, funda el despacho de abogados Fernández-Pastrana, que aún hoy dirige. Es en este último en el que tuvo la suerte de tratar, como abogado, a algunos de los más grandes escultores españoles, como Juan de Ávalos, Vitorio Macho (el entrañable artista de Roca Tarpeya) y otros, y así surgió su interés por la escultura, iniciando una colección particular que incluye obras de los citados y otros autores del Renacimiento y del Barroco.
Nos habla de sus recuerdos: el de un pueblo que se dibuja en el horizonte de su adolescencia, y desde las lomas de Arroyos o Miguelagua, como una blanca paloma, de casas encaladas y zócalo añil, y calles empedradas, con patios repletos de geranios, yerbabuena, arpidistras, hortensias … con balcones florecidos y el continuo bullicio de las gentes que viven y alborotan en sus calles y plazas. Pero pasan los años, aprieta la pobreza, emigran la mitad de sus pobladores, que abandonan sus casas. Y éstas se van cayendo de puro viejas, llenando el casco de ruina y deterioro. La imitación de los modos de vida de la gran ciudad hace furor y gana la barbarie ”urbanita” : se abandonan las casas para vivir en pisos, se cubren las fachadas de las pocas que se rehabilitan de horrible ladrillo visto rojo, las viejas rejerías manchegas desaparecen .
Nuestro paisano tuvo un sueño repetido, el de que cabía recuperar ese casco deteriorado, si cada uno pusiera una parte de su empeño. Y como “se hace camino al andar”, y “se predica con el ejemplo”. Así que comienza por rehabilitar la casa de sus padres (¡cuya fachada es la única blanca de toda la calle Real de Abajo!, en un pueblo que fue blanco), y adquiere luego un grupo de casas abandonadas y ruinosas, situadas en la misma calle (¡ a poco más de cien metros de la plaza! ). Sobre el solar resultante ha construido un grupo de viviendas siguiendo el estilo tradicional de la vieja Castilla, que combina el ladrillo de era y la piedra, con alturas limitadas y homogéneas con el resto del caserío, respetando y dignificando la estética del conjunto urbano de la zona. Una obra de la que puede sentirse legítimamente orgulloso, como lo estamos muchos de sus convecinos. Y que marca un camino a seguir. No ha sido un camino de rosas: aparte de las dificultades propias de toda obra, lo que más sorprendió a José María fueron las trabas burocráticas, las peleas con constructores, propietarios de grúas, y la secuencia de pleitos y disgustos. Pero, dice nuestro paisano, en el interim ha tenido la satisfacción de contar con un buen equipo de profesionales, que sin duda avalan la calidad de la obra y con el leal desempeño de algunos probos funcionarios del Ayuntamiento (cita por todos a Justo Pérez Minaya) y con la paciencia de los que aportaron partes del solar y esperaron a su culminación para obtener su vivienda, sin perder del todo la fe en el promotor.
La mejor garantía de la obra está en los profesionales intervinientes, y en la calidad de los materiales ( en más del 90% adquiridos en almacenes de la localidad), pero sobre todo en que el espíritu de la promoción no era el de lucrarse, sino cubrir los costes y obtener el mínimo beneficio recurrente para poder seguir operando la rehabilitación en otras zonas del casco. A pesar de las circunstancias de crisis actual, hay ya dos casas vendidas y dos pisos alquilados, restando tres casas por vender o alquilar eventualmente con opción a compra y con descuento de las rentas satisfechas durante el arrendamiento. La promoción terminada, RESIDENCIAL CENTRO, consta de siete viviendas (cinco casas y dos pisos) además de un gran local comercial en dos plantas con unos 400 m2, y 8 locales de 25 a 35 m2. La idea es la de crear en él un espacio de ocio y cultura en torno a una cafetería-chocolatería, donde se pueda escuchar música de calidad, incluidos recitales de piano etc. y alrededor del cual se ofrezcan diferentes servicios de “body care “ como peluquería, perfumería, bisutería, estética, masaje, cuidados dentales ... .
Otro aspecto interesante de la promoción es el aparcamiento, que cuenta con 14 plazas para coches más otras varias para motos disponibles para su venta o alquiler, lo cual es una gran ventaja porque facilitará el acceso de los vehículos tanto a las viviendas y locales como al centro del pueblo.
Otro proyecto (ya en ejecución) de José María es el de rehabilitación de una gran casa inhabitada en la Plaza de la Canaleja, que se está remodelando con objeto de que pueda alojar la colección de arte de su propietario, un pequeño museo de escultura y pintura, así como exposiciones, celebración de eventos, exposiciones, etc., y quizás alojamiento rural. El resultado ha de ser (si Dios quiere) un edificio singular que embellezca este rincón mágico de nuestro pueblo. La guinda de este proyecto ( aunque por ahora es solo un sueño,) sería la construcción de una capilla en el solar adyacente a dicha casa, un templo mariano consagrado a la Piedad, y presidido tal vez en su frontis exterior por una talla en piedra de ese motivo (María con Jesús exánime en sus brazos), y en cuyo interior se incorporase la restante obra de naturaleza religiosa acopiada por él.
Pero en fin, lo que importa es” poner la vida en el empeño”, con la seguridad de que, antes o después, han de venir otros que la continúen o la mejoren, pues como dijo Eugenio D’Ors “al final de tu vida una cosa sola te será contada: “la obra bien hecha” (o quizás, menos pretenciosamente, dice José María “la obra que intentaste hacer bien”).Enhorabuena y adelante .
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